sábado, 10 de abril de 2010

Ari Vatanen

(Juan 14:27 LBLA) La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.




Gran campeón mundial de rali automovilístico en 1981, Ari Vatanen sufrió uno de los más graves accidentes de la historia de los rali.
No pudo participar de los rali durante dieciocho meses. Hasta 1990 fue piloto en la compañía  Peugeot y luego de Citroën, Subaru y Mitsubishi. Aún sigue siendo una de las figuras con más títulos y más respetadas del deporte automovilístico.


A continuación algunas de sus reflexiones:
«Lo que cuenta en todo no son nuestras emociones o nuestras práticas, sino Jesús, su muerte y su resurrección. Para mí el amor de Dios permanece el más grande motivo de asombro. Él nos acepta tal como somos.
Sólo Jesús es santo. Todo cometemos faltas, pero siempre podemos volvernos hacia él y decirle: —Señor, perdóname, tómame tal como soy. Y Él lo hace.
Más que mis palabras, es mi vida la que debe dar testimonio de mi fe. Si conozco la presencia de Dios en medio de las tempestades, mi testimonio tendrá peso.
En los momentos duros se aprenden las lecciones más importantes. En el momento uno puede ser tentado a rebelarse, pero en resumidas cuentas, a veces años más tarde, esto se vuelve claro y uno entiende, a través de la experiencia, que Dios lo controla todo. Aun cuando no se puede explicarlo todo, uno comprende que todo vino a pedir de boca».

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